Alucinaciones en personas mayores: ¿cómo actuar?

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    Las alucinaciones en personas mayores son un fenómeno más común de lo que parece y, aunque a menudo generan miedo o desconcierto en las familias, no siempre indican una enfermedad grave. Pueden aparecer de forma aislada o repetitiva, ser visuales, auditivas o producirse durante la noche, y con frecuencia alteran la percepción y el bienestar tanto de la persona que las experimenta como de quienes participan en su cuidado.

    Comprender por qué ocurren, cómo identificarlas y qué pasos seguir es fundamental para garantizar el bienestar y la seguridad del mayor. 

    En este artículo te explicamos cuáles son los tipos de alucinaciones más frecuentes en la vejez, los factores que pueden desencadenarlas y las estrategias más eficaces para manejarlas.

    ¿Qué son las alucinaciones en personas mayores?

    Las alucinaciones en personas mayores se definen como percepciones sensoriales que la persona experimenta sin que exista un estímulo real que las origine. Es decir, la persona puede “ver”, “oír”, “oler” o “sentir” algo que para los demás no existe.

    Este fenómeno difiere claramente de las ilusiones, en las cuales sí hay un estímulo real, como un reflejo o una sombra, pero se interpreta de forma distorsionada. En las alucinaciones, en cambio, la percepción surge internamente: no hay ningún elemento real que la desencadene, sino que la experiencia se genera dentro del propio cerebro.

    Para quien las experimenta, las alucinaciones pueden sentirse intensas, vívidas y totalmente reales. Incluso una persona mayor que se mantiene lúcida en su vida cotidiana puede verse sorprendida por imágenes, sonidos u otras sensaciones irreales que generan miedo, confusión o desconcierto, alterando su tranquilidad y su manera de interpretar lo que ocurre a su alrededor.

    Tipos de alucinaciones en personas mayores

    Las alucinaciones pueden manifestarse de maneras muy diversas y afectar a uno o varios sentidos al mismo tiempo. El modo en que aparecen, es decir, qué percibe la persona, cómo interpreta esa experiencia y en qué circunstancias ocurre, aporta información relevante para comprender la situación y facilitar una valoración profesional adecuada.

    A continuación se presentan los tipos de alucinaciones más frecuentes en la vejez y cómo suelen vivirse en el día a día.

    Alucinaciones visuales

    Son las más habituales en personas mayores y, en muchos casos, las más impactantes. La persona puede ver figuras, animales, luces, sombras, personas desconocidas o incluso escenas completas que siente como reales. Estas imágenes pueden aparecer de forma estática o en movimiento, durar unos segundos o prolongarse en el tiempo.

    Este tipo de alucinaciones son frecuentes en enfermedades como la demencia en sus últimas fases, el Parkinson o en personas con pérdida visual significativa, donde el cerebro “rellena” la falta de estímulos reales.

    Alucinaciones auditivas

    En este caso, la percepción se produce a través del oído. La persona puede escuchar murmullos, pasos, golpes, música, timbres, o incluso voces que parecen venir de otra habitación o dirigirse directamente a ella.

    Las alucinaciones auditivas pueden ser intermitentes o continuas, suaves o muy claras, y a veces resultan difíciles de distinguir de sonidos reales.

    Aunque son más comunes en trastornos psiquiátricos, en personas mayores también pueden aparecer asociadas a pérdida auditiva, a un entorno muy silencioso, a dificultades para distinguir sonidos o a alteraciones neurológicas.

    Alucinaciones táctiles/somáticas

    Son aquellas en las que la persona siente en su cuerpo una sensación que no tiene origen real. Puede describir:

    • Que algo le roza la piel.
    • La sensación de que insectos caminan sobre su cuerpo.
    • Toques, pinchazos o presión en distintas zonas.
    • Sensaciones internas difíciles de explicar.

    Estas percepciones suelen vivirse con gran inquietud porque afectan directamente al cuerpo. Suelen encontrarse en ciertos cuadros neurológicos, intoxicaciones, alteraciones metabólicas o en reacciones adversas a fármacos.

    Alucinaciones olfativas y gustativas

    Son menos frecuentes, pero también pueden afectar notablemente al apetito, al descanso y a la calidad de vida. La persona puede:

    • Oler humo, comida, perfumes, gas, basura u olores desagradables sin que exista una fuente real.
    • Percibir sabores metálicos, muy dulces, muy amargos o completamente anómalos sin haber ingerido nada que lo justifique.
    tipos de alucinaciones

    Alucinaciones nocturnas en personas mayores

    Las alucinaciones nocturnas son aquellas experiencias sensoriales que aparecen durante la noche. Pueden surgir al acostarse, al despertarse, en medio del sueño o en momentos de confusión propios de la oscuridad y del cansancio.

    Para la persona mayor, estas vivencias pueden sentirse especialmente reales y desconcertantes, ya que ocurren en un contexto donde la percepción está alterada por el sueño y la baja estimulación ambiental. 

    Posibles causas

    Las alucinaciones nocturnas pueden tener diversos desencadenantes, algunos pasajeros y otros relacionados con cambios en la salud que requieren seguimiento. Entre los más comunes destacan:

    • Desorientación nocturna: La baja iluminación y la somnolencia pueden hacer que sombras, ruidos o reflejos se interpreten de forma errónea.
    • Sueño interrumpido o insomnio: Los despertares frecuentes aumentan la confusión y favorecen la aparición de percepciones irreales.
    • Cambios neurológicos o cognitivos: La presencia de ciertos trastornos favorece que estos episodios aparezcan especialmente al anochecer o durante despertares nocturnos.

    Qué síntomas observar

    Detectar estos episodios no siempre es sencillo, sobre todo si la persona tiene dificultades para describir lo que ha vivido. Algunas señales de alerta frecuentes incluyen:

    • Agitación o inquietud al despertarse.
    • Expresiones de miedo o ansiedad, especialmente si describe algo que “ha visto” o “ha oído”.
    • Desorientación temporal o espacial: No reconocer el lugar, la hora o el motivo del despertar.
    • Cambios bruscos de conducta: Levantarse rápidamente, intentar encender todas las luces o alejarse de la cama para evitar algo imaginado.

    Recomendaciones prácticas para cuidadores

    Un acompañamiento adecuado puede reducir la intensidad de estos episodios y aportar serenidad durante la noche. Algunas pautas útiles son:

    • Mantener rutinas estables de sueño: Horarios regulares para acostarse y levantarse facilitan un descanso más profundo y continuado.
    • Usar iluminación tenue: Luces guía o lámparas de bajo brillo permiten orientarse sin interrumpir el sueño.
    • Revisar y adaptar el espacio: Retirar obstáculos, evitar reflejos y minimizar elementos que puedan generar sombras confusas.
    • Acompañar con calma y sin confrontar: Hablar en un tono suave, validar lo que la persona siente y ayudarla a reorientarse reduce la ansiedad del episodio.
    • Consultar con un profesional si los episodios se repiten: Especialmente si van acompañados de fiebre, cambios de conducta, somnolencia excesiva o confusión, ya que pueden indicar una condición médica que requiere valoración.

    Alucinaciones y deterioro cognitivo: por qué están relacionados

    Las alucinaciones pueden aparecer en distintos grados de deterioro cognitivo, desde fases iniciales hasta etapas más avanzadas. No forman parte del envejecimiento normal: surgen cuando determinadas áreas del cerebro encargadas de interpretar estímulos, organizar la información sensorial, mantener la orientación o recordar el contexto comienzan a funcionar de manera menos precisa.

    Pueden variar según la causa del deterioro cognitivo, la zona cerebral afectada, el nivel de fatiga, el estado emocional y el momento del día. Por eso es importante analizar cada caso dentro de un marco amplio y adaptarlo a la evolución de cada persona.

    A continuación se detallan dos situaciones en las que las alucinaciones aparecen con mayor frecuencia: en las demencias y en la enfermedad de Alzheimer.

    Alucinaciones y demencia

    Las alucinaciones son relativamente comunes en varios tipos de demencia, aunque su presencia puede variar ampliamente de una enfermedad a otra. Suelen manifestarse cuando existen alteraciones en los sistemas cerebrales que regulan la percepción, la memoria, la atención y el reconocimiento de estímulos.

    En personas con demencia, las alucinaciones suelen ser:

    • Visuales: sombras, figuras, personas, animales o escenas completas.
    • Auditivas: murmullos, pasos, música o voces difíciles de entender.
    • Recurrentes o fluctuantes: pueden aparecer en días muy concretos o en momentos de mayor cansancio o desorientación.

    Por qué ocurren en la demencia

    Entre los mecanismos que favorecen su aparición destacan:

    • Procesamiento sensorial alterado: El cerebro interpreta de forma incompleta o errónea lo que ve o escucha.
    • Fallos de memoria y reconocimiento: No identificar a personas u objetos puede desencadenar percepciones irreales.
    • Fluctuaciones en la atención: Momentos breves de desorientación generan experiencias sensoriales confusas.
    • Sobrecarga o falta de estímulo: Tanto un ambiente muy ruidoso como uno excesivamente silencioso pueden favorecerlas.

    Alucinaciones y Alzheimer

    En la enfermedad de Alzheimer, las alucinaciones aparecen con menor frecuencia en fases iniciales, pero son más habituales a medida que el deterioro cognitivo avanza. Suelen presentarse cuando la persona tiene mayores dificultades para procesar la información sensorial, orientarse en el tiempo y reconocer su entorno.

    Las alucinaciones más frecuentes son:

    • Visuales: figuras pequeñas, sombras, personas conocidas o desconocidas, animales, luces o movimientos.
    • Auditivas, aunque con menor frecuencia: sonidos breves, murmullos o voces poco definidas.

    Suelen ser breves pero muy convincentes, lo que dificulta que la persona distinga entre realidad y percepción interna.

    Por qué se producen

    El Alzheimer afecta a zonas del cerebro responsables de:

    • Reconocer lo que se ve.
    • Integrar estímulos de forma coherente.
    • Acceder a recuerdos que permitan interpretar el contexto.
    • Mantener la orientación y la atención.

    Cuando estas funciones se alteran, el cerebro puede generar percepciones que la persona interpreta como reales.

    Otras posibles causas de alucinaciones en personas mayores

    Aunque muchas alucinaciones se relacionan con el deterioro cognitivo o las demencias, existen otros factores que también pueden provocarlas. Algunas de estas causas son transitorias y reversibles, mientras que otras requieren evaluación médica para evitar complicaciones.

    Identificarlas ayuda a orientar el tratamiento adecuado y a comprender mejor por qué se producen estos episodios.

    Cuando la visión o la audición se reducen, el cerebro recibe menos información del entorno y puede “completar” lo que no percibe con suficiente claridad.

    En estos casos, la persona puede llegar a percibir formas, ruidos o situaciones que en realidad no están sucediendo, algo habitual en problemas como cataratas, degeneración macular o hipoacusia avanzada.

    Algunos fármacos pueden alterar la percepción, especialmente si se combinan varios a la vez.

    Sedantes, antihistamínicos, analgésicos potentes, corticoides o ciertos tratamientos psiquiátricos pueden provocar confusión sensorial, especialmente en personas mayores con metabolismo más lento o mayor sensibilidad a las dosis.

    En la vejez, infecciones aparentemente leves pueden generar un estado de confusión acompañado de alucinaciones.

    El organismo responde con inflamación y cambios metabólicos que afectan al cerebro, lo que puede desencadenar percepciones irreales. Son episodios reversibles una vez tratada la infección.

    Una falta significativa de líquidos o alteraciones en sodio, potasio o glucosa pueden modificar el funcionamiento cerebral.

    Esto puede dar lugar a desorientación, confusión y alucinaciones, especialmente si la persona no reconoce señales de sed o tiene dificultades para mantener una hidratación adecuada.

    El delirium es un estado transitorio en el que la percepción y la atención se alteran de forma brusca.

    Puede aparecer por múltiples causas (infecciones, dolor, cambios de medicación, hospitalización, fiebre) y con frecuencia incluye alucinaciones breves pero muy reales para la persona.

    En menor proporción, trastornos como la depresión grave, la ansiedad severa o ciertos cuadros psicóticos pueden originar alucinaciones.

    En personas mayores suelen presentarse junto a cambios marcados en el estado de ánimo, aislamiento, irritabilidad o pérdida de interés en actividades cotidianas.

    El consumo excesivo de alcohol, la abstinencia repentina o el uso de sustancias que alteran el sistema nervioso pueden desencadenar alucinaciones temporales.

    En personas mayores, incluso cantidades moderadas pueden generar efectos más intensos debido a cambios en el metabolismo y la tolerancia.

    ¿Cómo se detectan las alucinaciones en personas mayores?

    Identificar correctamente las alucinaciones en una persona mayor requiere una valoración profesional detallada. Dado que pueden tener orígenes muy diversos, el proceso diagnóstico busca comprender no solo qué experimenta la persona, sino por qué ocurre.

    La valoración clínica suele incluir:

    • Entrevista clínica y revisión del historial: Se analiza cómo se presentan las alucinaciones, su frecuencia, si generan angustia, en qué momentos del día aparecen y qué cambios recientes pueden estar influyendo.
    • Pruebas complementarias: Pueden incluir análisis de sangre y orina, estudios metabólicos, pruebas de función tiroidea o vitamina B12, y, si el cuadro lo requiere, técnicas de imagen como TAC o resonancia para descartar lesiones neurológicas u otras alteraciones cerebrales.
    • Evaluación cognitiva y funcional: Permite valorar si existe deterioro cognitivo, alteraciones en la memoria, desorientación o dificultades de atención que puedan explicar la experiencia perceptiva. También se explora cómo las alucinaciones afectan a las actividades cotidianas.

    Opciones de tratamiento

    El tratamiento depende directamente del origen de los síntomas. No existe un único tratamiento para las alucinaciones, sino un conjunto de intervenciones que pueden combinarse según las necesidades de cada persona.

    Cuando las alucinaciones están relacionadas con una condición médica concreta, la prioridad es tratar ese origen.

    Algunos ejemplos:

    • Mejorar la función sensorial: corrección de problemas de visión u oído, revisión de audífonos o gafas, control de cataratas, etc.
    • Corregir alteraciones físicas: hidratación adecuada, regulación de niveles metabólicos, tratamiento de dolor mal controlado o recuperación tras procesos agudos.
    • Revisión de la medicación: detectar interacciones, ajustar dosis o sustituir fármacos que puedan influir en la percepción.

    Suelen ser la primera elección, especialmente cuando las alucinaciones no generan riesgo o cuando la persona mantiene una buena estabilidad emocional.

    • Optimización del entorno: luz adecuada, reducción de estímulos confusos, rutinas estables y espacios que favorezcan tranquilidad y orientación.
    • Apoyo sensorial y cognitivo: actividades suaves, ejercicios de atención, música, paseos o interacciones sociales que reduzcan ansiedad y aislamiento.

    La medicación se reserva para casos en los que:

    • Las alucinaciones generan miedo intenso, agitación o comportamientos peligrosos.
    • No responden a intervenciones no farmacológicas.
    • Están asociadas a trastornos específicos que lo requieren.          

    ¿Cómo acompañar cuando surgen episodios de alucinaciones?

    Acompañar a una persona mayor que experimenta alucinaciones implica, ante todo, ofrecer serenidad, escucha y presencia.

    Estas experiencias pueden sentirse profundamente reales para la persona afectada, por lo que minimizar, confrontar o negar la percepción suele generar más angustia. En cambio, una actitud tranquila y respetuosa ayuda a reducir el miedo y favorece que la persona recupere poco a poco la orientación.

    Acompañar desde la calma

    • Validar la emoción, aunque lo percibido no sea real (“Sé que te ha asustado, estoy aquí contigo”).
    • Hablar con voz suave y pausada, transmitiendo seguridad y cercanía.
    • Reorientar poco a poco, señalando elementos del entorno o encendiendo una luz sin confrontar directamente la alucinación.
    • Mantener el contacto visual, que actúa como ancla emocional.
    • Evitar movimientos bruscos y cambios repentinos que puedan aumentar la confusión.
    • Ofrecer compañía, especialmente si las alucinaciones aparecen de noche o en momentos de mayor vulnerabilidad.

    ¿Cuándo buscar ayuda?

    En algunos casos, estos episodios son esporádicos y se manejan bien con apoyo familiar y pautas ambientales. Sin embargo, cuando las alucinaciones se vuelven frecuentes o afectan a la rutina diaria, puede ser necesario reforzar el cuidado.

    Contar con una cuidadora especializada puede aportar tranquilidad tanto a la familia como a la persona que las sufre. Las cuidadoras saben cómo actuar ante episodios de desorientación y cómo ofrecer la calma que muchas veces necesitan para sentirse seguras.

    En estas situaciones, un servicio especializado como Cuidum puede marcar una diferencia importante. Además de ayudar a encontrar cuidadoras capacitadas para ofrecer un apoyo seguro y respetuoso, también proporciona asesoramiento y orientación para adaptar el cuidado a las necesidades reales de cada persona mayor. 

    Lorena García

    Redactora Especializada en Asistencia Domiciliaria y Gerontología

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